Estamos
en un ciclo en el que el karma colectivo se encuentra en Escorpio, por cuanto el Nodo Sur, el de los arraigos
del pasado, se encuentra transitando por
este signo; y ahora que el Sol entrará a esta franja zodiacal para activar su
energía esencial, se hará más evidente la manifestación del karma escorpiano.
Entendemos por karma a
toda acción pasada cuyas consecuencias están pendientes,
y en este caso, está
pendiente la manifestación de las energías más elevadas
de
Escorpio, cuyo karma se
relaciona con estar en la oscuridad, a la espera de cumplir
la misión que implica evolucionar,
transmutar, desprenderse de ataduras y elevarse
como el águila a lo más
alto de la cima espiritual.
El Sol entra a Escorpio el 23 de octubre, activando
su energía transformadora. Y
dos días después, el 25, se eclipsa de manera
parcial, acentuando el proceso de
transmutación recién
iniciado, que se prolongará por espacio
de seis meses, que
es el ciclo
en que se manifiestan los efectos de un eclipse.
De por sí, un eclipse ejerce un efecto
transformador, similar al de Plutón, regente
De Escorpio, y al darse en precisamente en este
signo, su efecto es aún más intenso.
En varias ocasiones hemos
relacionado una de las más conocidas novelas del escritor alemán Hermann Hesse,
“Demian”, con las energías escorpianas; esta novela narra el proceso de intensa
transformación que vive el joven Emilio Sinclair, personaje central de la obra:
nos habla de sus miedos y arraigos, sus crisis, sus turbulentas emociones y su
deseo de “volver a nacer” dejando atrás sus ataduras del pasado.
Al inicio del libro
encontramos esta frase: “Para nacer hay que destruir un mundo”. Así como el
pájaro que nace destruye el huevo, el niño “rompe fuente”, abandona la cálida
protección del vientre materno para nacer a la aventura de la vida mundana.
Todo esto se relaciona
con la misión fundamental de Escorpio. Al activarse la energía escorpiana, el
ambiente nos dispone para intensos cambios, donde debemos “destruir un mundo” y
prepararnos para nacer de nuevo. Y más aún
si se trata de un karma (tarea pendiente) que se acentúa al producirse
un eclipse solar.
Esta tarea no debe atemorizarnos,
al contrario, esa es la esencia de la vida. Morir y nacer son los extremos que
se tocan. Morir es igual a no haber nacido, y justamente ese estado de muerte
es el que permite que algo nazca.
Por eso la muerte no es
el fin, es la transformación o transmutación. En ese proceso de cambio debemos
desprendernos de algo que ya no nos sirve, que ya nos molesta o nos hace peso,
debemos permitir la “muerte” de una situación, para dar paso a lo nuevo, para
regenerarnos, para vivir nuevas experiencias y evolucionar.
Algo así ocurre en
nuestro propio organismo: cada semana mueren células y nacen otras y eso
permite que nuestro cuerpo se regenere, y cuando ya el cuerpo cumple su ciclo,
la muerte nos permite nacer en otro plano más elevado, porque en realidad “nada
muere, todo se transforma”.
En tiempos de Escorpio
aprendemos por tanto a soltar los apegos (mantener apegos y obsesiones es un
karma no superado), a aceptar los cambios luego de un período de “crisis”.
Plutón, el planeta regente de Escorpio, es el que destruye y nos deja el
terreno limpio para que luego podamos construir lo nuevo.
Escorpio es el signo de
la evolución, por eso se le asocia a tres animales: la serpiente, que es el
estado menos evolucionado y de bajas pasiones; el escorpión o alacrán, que
representa un grado un tanto más elevado de evolución, y finalmente el águila,
que es cuando finalmente alzamos el vuelo y desarrollamos una poderosa visión
interna que nos permite ver la verdad a través de las apariencias.
Ilustración: Pedro González Rondón
http://galeriapetrograph.blogspot.com/
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