El tema
que voy a abordar puede ser algo delicado, pues tiene que ver con los
pronósticos astrológicos, y puede haber quien sienta que me estoy refiriendo a
alguien en particular, pero no es así; me voy a referir a los astrólogos en
general, a todos, incluyéndome.
El
énfasis que se da al tema de las predicciones, puede terminar provocando el
descrédito de una disciplina que bien utilizada, muestra su efectividad.
El
asunto es que al enfocarnos en posibles resultados a futuro, ocurren demasiados
desaciertos. Si la astrología funcionara en esa tarea de pronosticar
resultados, los astrólogos tendrían que acertar en el 100% de sus pronósticos.
En
astrología el que alguien lleve un buen porcentaje de acertadas, pero digamos
que ha fallado en un 30% de las ocasiones, no es algo bueno, es como si un
médico se ufanara de haber operado exitosamente a un 70% de sus pacientes, y se
le hayan muerto el restante 30%.
Si
señalamos que determinado planeta trae un suceso, eso debería ocurrir porque
sí, y no podemos luego, al no pasar lo esperado, empezar a hacer
justificaciones.
Tampoco
podemos dividir el asunto entre astrólogos buenos y malos, de acuerdo al número
de sus aciertos, porque ningún astrólogo presenta un record de 100% de
aciertos. Parafraseando a Jesús: El astrólogo que no se haya pelado en sus
pronósticos, que tire la primera piedra.
¿Entonces,
estoy queriendo decir que no funciona la astrología? Pues no. He comprobado que
funciona, dependiendo del uso que se le dé. En alguna ocasión, para una
ponencia en un congreso astrológico, mi colega Antonio Polito escribió un
material en el que defendía una astrología enfocada hacia procesos, y no hacia
resultados.
Precisamente,
estudiando las posiciones planetarias, es posible determinar ambientes,
tendencias, posibilidades, tanto en temas personales como colectivos, pero el
asunto empieza a fallar cuando nos atrevemos a dar un posible resultado.
Por
ejemplo, podemos orientar a alguien sobre posibles conflictos de pareja para
que sea esta persona quien tome sus decisiones, pero no es igual a que le
digamos a esa persona: “Te vas a divorciar”.
Asimismo,
en lo colectivo, podemos prever cuando un ciclo político va a declinar o va a
entrar en crisis, pero la cosa falla cuando decimos que en tal fecha va a caer
el gobierno.
Si por
ejemplo, se pudieran prever terremotos de manera exacta, bastaría con alertar
el día, hora y el lugar en que va a ocurrir, y así evitaríamos grandes
tragedias, pero no es igual a que alguien diga: “Viene un terremoto” y a los
cinco meses, si ocurre alguno en algún lugar (lo cual no es nada extraordinario
porque las zonas sísmicas siempre son proclives a temblores), esta persona
diga: “Yo lo dije”.
Tal “pronosticadera”
a diestra y siniestra va a terminar hundiendo la credibilidad en una disciplina
que puede ser de gran utilidad para el ser humano, para conocerse mejor a sí
mismo, para encontrar su propósito de vida, descubrir sus potencialidades y
tomar decisiones de la mejor manera.
La
tendencia a querer pronosticar es grande, pero he aprendido que el único que
sabe lo que va a ocurrir es Dios.
En más
de una ocasión hemos observado que se dan configuraciones astrales parecidas a
otras que marcaron eventos del pasado, como por ejemplo, la caída de un
dictador. Sin embargo, a pesar de darse el mismo aspecto planetario, no ocurre
el mismo suceso.
Y es que
tenemos que tomar en cuenta que la época no es la misma, y todos los astros no
estarán ubicados jamás en la misma forma que en el pasado; asimismo, los
personajes varían; el dictador del pasado no tiene la misma carta astral que
uno del presente, y un líder democrático del pasado es distinto a uno actual, y
así podemos seguir enumerando una serie de factores que varían, y que debemos
tomar en cuenta.
Por lo
tanto, el pronóstico astrológico hecho de esta forma, enfocado en un resultado
específico, termina volviendo a la astrología en una actividad del azar, tal
como el juego de “Quien quiere ser millonario”, cuando se acude al comodín del “50
y 50” para responder una pregunta.
Es por
esto que prefiero utilizar el término “cosmobiología” para referirme a la
astrología, porque si la vemos de esta manera y la estudiamos a profundidad y
con un sentido de asesorar al ser humano, a guiarle en sus tendencias de vida
respetando su libre albedrío, colocaremos el estudio de la influencia de los
planetas, en un sitial en el que la astrología sea respetada como una profesión
valiosa para la humanidad.
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