Lo infinitamente
grande guarda correspondencia con lo infinitamente pequeño en la danza natural
del cosmos. “Como es arriba es abajo”, es una ley inmutable del universo que
cuando la investigamos a fondo, encontramos maravillosas “coincidencias” que
forman parte de la perfecta sincronía de la naturaleza cósmica.
Hay un destino
superior, que se enlaza a nuestro destino personal. En astrología, podemos
acercarnos a ese misterio cósmico a través de la precesión de los equinoccios,
cuyo movimiento guarda íntima relación con los nodos lunares.
Pero primero
expliquemos qué es la precesión de los equinoccios. El Sol realiza, de forma
aparente desde la perspectiva de nosotros los humanos cuando vemos el
firmamento, un recorrido alrededor de la Tierra, formando una especie de
anillo, igual al anillo del ecuador, franja que divide en dos a nuestro
planeta, pero el anillo que forma el Sol está algo inclinado y por eso en dos
ocasiones se cruza con el ecuador.
En esas dos ocasiones
se forman los equinoccios; en esos momentos el Sol está a la altura del
ecuador, y los días y noches duran igual. El equinoccio de primavera ocurre en
la latitud norte cuando el Sol entra a Aries, y en ese momento, en la latitud
sur ocurre el equinoccio de otoño. Los solsticios se dan cuando el Sol se aleja
más del ecuador, lo que ocurre en verano e invierno.
El punto en el que el
Sol entra a Aries, cero grados de este signo, se llama punto vernal, y ese
punto no es fijo, ya que la rotación de la Tierra se da con un bamboleo como el
de un trompo dando vueltas, y hace que el anillo o eclíptica se vaya moviendo
describiendo circulitos en su recorrido, y a la larga es un movimiento en
espiral. Eso hace que cada 72 años el punto vernal (es decir, el punto donde se
cruza el recorrido del Sol con el ecuador de la Tierra, a cero grados de Aries),
se mueva un grado hacia atrás en el zodíaco; es decir, Aries-Piscis-Acuario
etc.
Hace muchos años
atrás, el punto vernal tenía enfrente suyo a la constelación de Aries, y por
eso ese espacio o franja energética tomó el nombre de Aries también; y dividiendo
en 12 el anillo (llamado eclíptica) que forma el Sol alrededor de la Tierra, se
da origen a los signos del zodíaco, que coinciden con las constelaciones de las
cuales tomaron sus nombres.
Pero como el punto
vernal va retrocediendo, cada 2.160 años deja de coincidir con una constelación
y pasa a estar frente a otra; así es que dejó de coincidir con la de Aries y
pasó a coincidir con la de Piscis, y ahora, estamos en el umbral, en el inicio
de su coincidencia con la constelación de Acuario.
Eso es lo que marca
las eras astrológicas, las grandes eras de más de 2000 años. La influencia de
las constelaciones es muy poderosa, no se aplica a la vida cotidiana, sino al
gran destino de la humanidad. Su simbolismo tiñe toda una época. Por eso, para
poner un ejemplo, la era de Piscis marca el cristianismo, cuyo simbolismo se
asocia al pez, y los discípulos de Cristo son pescadores; y el signo opuesto a
Piscis es Virgo, cuyo simbolismo es el reflejo de la gran influencia y
significado de la Virgen María, madre de Jesús, el Cristo.
Ahora veamos esta
maravilla: lo infinitamente grande guardando relación perfecta con un ciclo más
pequeño. Los Nodos Lunares, que en astrología los usamos para determinar la
misión personal y aprendizaje de cada ser humano, y las energías o karmas que
trae del pasado, se forman de igual forma que los equinoccios. En este caso,
ocurre con la órbita de la Luna que intercepta la eclíptica, es decir, el círculo
u órbita de la Tierra alrededor del Sol, y al cruzarse en dos ocasiones,
parecido a los equinoccios, forma los dos nodos, el Nodo Lunar Norte, que
indica la misión de vida, y el Nodo Lunar Sur, que indica nuestros karmas. Por
lo tanto, los equinoccios vienen siendo Nodos Solares, que marcan el gran
destino de la humanidad, mientras que los Nodos Lunares, marcan el destino
individual de cada persona. Ambos van hacia atrás en el zodíaco.
El Nodo Solar,
equinoccio de primavera o punto vernal, recorre el zodíaco en 25.920 años, y
cada constelación en 2.160 años. El Nodo Lunar recorre el zodíaco en 18 años, a
razón de año y medio (18 meses) en cada signo. Ahora veamos como ambos ciclos
guardan correspondencia. Cuatro recorridos completos del Nodo Lunar (18 años
por cuatro) da un total de 72 años, y precisamente, cada 72 años, retrocede el
punto vernal o nodo solar, un grado, es decir, realizando la llamada precesión
de los equinoccios.
Y hay más ejemplos de
la perfecta sincronía universal. El bamboleo de la rotación de la Tierra (técnicamente
llamado “nutación”) forma unas ondulaciones en el recorrido del punto vernal, y
cada una de ellas dura prácticamente igual que el recorrido completo del Nodo
Lunar por el zodíaco, algo más de 18 años.
Esas ondulaciones
hacen que el movimiento o recorrido de los Nodos tanto lunares como solares,
vaya hacia atrás (retrogradación) y hacia adelante (directo), aunque en
promedio, el movimiento que predomina es el de retroceso, por eso van hacia
atrás en el zodíaco.
Es por esta razón que
se computan de dos formas los recorridos de los Nodos, y se habla de un Nodo
verdadero, con su movimiento de retroceso y avance, y un Nodo medio, que es el
promedio de ese avance y retroceso, y con ese promedio, el Nodo medio siempre
va en retroceso. Generalmente hay una diferencia entre ambos nodos de unos dos
grados.
Tal vez por esta
razón haya discrepancias sobre el inicio o no de la Era de Acuario, pues hay un
punto vernal “verdadero” y un punto vernal “medio”, y podemos estar en pocas
palabras, con un pie en la concluyente era pisciana, y otro en la naciente era de
acuario. En todo caso, cuando se trata de grandes eras de más de 2000 años, las
transiciones son largas (tomando como medida la duración de la vida humana). Una
era no empieza de manera abrupta, sino gradualmente. En este caso, es cada vez
más evidente la influencia acuariana, de su significado y sus características,
en nuestras vidas.
En nuestro pequeño
destino, podemos tomar conciencia de nuestras eras astrológicas particulares;
cada año y medio vivimos una pequeña “nueva era”: y en un plazo más largo, cada
nueve años, cuando los nodos se acoplan a los nuestros, podemos vivir hechos
que marcan de manera profunda nuestras vidas, y aún más cada 18 años.
Resulta maravilloso
constatar como el simbolismo de las estrellas marca influencia en las distintas
culturas y civilizaciones de nuestro planeta. Veamos este interesantísimo
ejemplo.
Debido a la precesión
equinoccial, la estrella polar cambia, es decir, dejamos de ver una y viene
otra. Actualmente la estrella polar es Polaris, pero muchos años atrás era
Alpha Draconis, asociada al dragón y la serpiente.
Es decir que las
antiguas civilizaciones veían a Alpha Draconis como su estrella polar, y
“casualmente”, muchas de esas antiguas civilizaciones, tenían figuras sagradas
con el dragón o la serpiente; los chinos y sus dragones, los mayas y aztecas
con las serpientes, incluso la Biblia con la serpiente que tentó a Adán. Los
egipcios construyeron sus pirámides con dirección hacia Alpha Draconis, también
conocida como Thuban.
Para los hindúes la
serpiente es el símbolo del kundalini, la energía sexual que recorre nuestra
columna vertebral, y que manejada por los gurús, lleva a la magia y la
iluminación.
La astrología hindú
llama a los nodos lunares Rahu y Ketu, la cabeza del dragón, y la cola del
dragón. Los eclipses de sol y luna están emparentados con los nodos, y la
antigua leyenda indica que cuando el sol o la luna se oscurecen es que el
dragón se los traga, y luego los expulsa por la cola. Nodo Norte y Nodo Sur.
Todo este simbolismo data de la época en la que Alpha Draconis era la estrella
polar.
El nombre de Alpha
Draconis se la pusieron los antiguos árabes, y no es muy probable que la
información haya recorrido el mundo, de forma que cada civilización asumió el
simbolismo de la serpiente y el dragón por su cuenta, sin ponerse de acuerdo,
por esa maravillosa magia que es el inconsciente colectivo. Como es arriba es
abajo.
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SIGNO POR SIGNO
En estos momentos,
Mercurio, el planeta que rige nuestra forma de hablar, de comunicarnos y de
pensar, está en Aries, y ello indica que estaremos un tanto acelerados
mentalmente; estaremos propensos a discusiones, a imprudencias, pero también
podemos estar muy ágiles mentalmente, para resolver y decidir cualquier
situación rápidamente. Es importante no decir las cosas impulsivamente,
esperemos un momento para pensar bien lo que vayamos a decir o a decidir,
respiremos profundo si algo nos molesta, para que cuando lo expresemos no
caigamos en agresividad. Cuidado al manejar. Veamos qué áreas de nuestras vidas
activa Mercurio en Aries para cada signo del zodíaco.
ARIES: Mercurio activa tu área de proyección y desarrollo personal.
TAURO: Mercurio activa tu área del karma y mundo subconsciente.
GÉMINIS:
Mercurio activa tu área de amistades y vida
social.
CÁNCER:
Mercurio activa tu área de proyección profesional y destino.
LEO: Mercurio activa tu área de ideales, mente creativa y proyectos.
VIRGO: Mercurio activa tu área de inversiones y procesos de transformación.
LIBRA: Mercurio activa tu área de matrimonio y relaciones humanas.
ESCORPIO: Mercurio activa tu área laboral y servicio a los demás.
SAGITARIO: Mercurio activa tu área del amor, sexualidad, diversiones, hijos.
CAPRICORNIO: Mercurio activa tu área del hogar, núcleo familiar, vivienda.
ACUARIO: Mercurio activa tu área de relaciones públicas, mudanzas,
estudios.
PISCIS: Mercurio activa tu área económica, valores, principios.