La Astrología, en su uso cotidiano, nos ayuda a comprender el carácter
de las personas, y sus circunstancias en el día a día. Pero cuando sólo se la
ve desde su lado psicológico o predictivo, se le despoja de su mayor riqueza,
su carácter sagrado, místico, de evolución espiritual e iniciática.
Un Iniciado es aquel ser humano que pasa por diferentes etapas o
puertas de desarrollo espiritual. Este proceso está en gran parte oculto,
mientras está bajo los auspicios de los seres que guían este planeta, los
Maestros de Sabiduría.
Un Iniciado se adentra en los misterios de la vida, del Universo, de la
Divinidad, y sigue un camino de ascenso o retorno a la fuente, al origen, y
mientras, en el camino, va descubriendo quién es, cuál es su misión o
aprendizaje en este plano, y a dónde va.
Aprende a manejar sus potencialidades individuales, en sincronía con
los ciclos del cosmos, y es allí donde la Astrología cumple un papel destacado
para el autodescubrimiento, y se coloca en su nivel superior, que es la
Cosmobiología.
De las numerosas concordancias que la Astrología estudia y descubre,
entre el microcosmos que es el ser humano, y el macrocosmos del universo, la
primera que abordamos en el estudio de la Cosmobiología para comenzar a
entender nuestro proceso de evolución espiritual, es el de la relación de los
planetas de nuestro sistema solar, con nuestros chakras y glándulas endocrinas.
Al establecer esta relación, un Iniciado, a través de prácticas
meditativas y psicofísicas, como por ejemplo la ciencia yoga, va ascendiendo en
grados de iniciación real, de acuerdo a lo establecido en la Orden del Aquarius
a la que pertenecen las diversas tendencias de la Gran Fraternidad Universal, pasando
por etapas regidas por las energías de estos astros, alcanzando distinciones
que lo llevan al camino de los Maestros de Sabiduría.
Es así como el primer grado de iniciación, donde se adquiere el título
de Getul, está vinculado al primer chakra y a la glándula suprarrenal izquierda,
regida por Saturno, donde se trabaja la concentración y la disciplina.
El segundo grado de iniciación, con título de Gag-Pa, asociado al
segundo chakra y a la glándula suprarrenal derecha, regida por Júpiter, trabaja
las energías expansivas, el don de mando, y el carisma personal.
El tercer grado, con título de Gelong, asociado al tercer chakra y al
bazo, regido por Marte, despliega las energías de acción, coraje, valentía y
fuerza física.
El cuarto grado, con título de Gurú, vinculado al cuarto chakra y al
timo, regido por Venus, destaca sus cualidades de amor universal.
El quinto grado, con título de Sat-Chela, asociado al quinto chakra y a
la glándula tiroides, regida por Mercurio, despliega las cualidades de la
conciencia humana y capacidad de comunicación.
El sexto grado, con título de Sat-Arhat, vinculado al sexto chakra y la
glándula hipófisis, destaca las cualidades psíquicas para alcanzar la
iluminación (tercer ojo).
El séptimo grado de iniciación, está reservado sólo a los grandes
Avatares, los Maestros de Luz que vienen al planeta en cada era astrológica;
ellos ya traen su grado alcanzado con el título de Sat-Gurú, asociado al
séptimo chakra, el de la coronilla, y a la glándula pineal, regida por el Sol,
y que despliega todo su brillo como dador de vida, como representación de la
conciencia superior.
Ilustración:
Pedro González Rondón
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