Este 18 de febrero, el Sol hizo su ingreso a
Piscis, el último signo de la rueda zodiacal, lo que implica en su sentido más
profundo el último eslabón de un ciclo evolutivo, por lo que la energía
pisciana se asocia a vibraciones más elevadas y sutiles.
En efecto, Piscis es un signo de mucha
sensibilidad y perceptibilidad, con cualidades para captar aquello que está más
allá del mundo físico, para conectarse con el infinito, con el ser superior. Es
un signo de agua y se asocia a los mares profundos, al igual que el planeta que
lo rige, Neptuno, el Dios del Océano.
Esa relación con el mar implica una
personalidad profunda, misteriosa, una tendencia a no saber establecer límites,
a vivir la vida desde una perspectiva universal, con una sensación de totalidad
que no sabe de principios ni fines, y que por ende le cuesta comprender la
división entre el bien y el mal.
Por eso Piscis une estos dos conceptos (bien
y mal) de una manera desconcertante para los demás: es un signo de mucha
compasión, de mucha caridad y espíritu humanitario, pero a la vez es capaz de
cometer sin desenfado hechos ilícitos en nombre de una causa noble.
Es esa la visión de totalidad de los
piscianos, que se bambolean entre el bien y el mal de una manera natural y sin
complejos. Los piscianos son flexibles, adaptables y sugestionables.
Así como el pez vive en el fondo del mar, así
los Piscis viven en la profundidad de su psique, se encuentran por tanto ajenos
al mundo terrenal, tienen siempre una sensación de “no pertenencia”, de “estar
y no estar” a la vez, por eso tienen un aire ausente, y pueden encontrarse en
compañía de muchas personas y sentirse solos y aislados, poseen un sentimiento
de ser extraños al mundo cotidiano y tienden a crearse su propio universo, y
por eso casi siempre están soñando despiertos.
Aunque los Piscis son muy sensibles, su
naturaleza pasiva y poco pasional los hace aparecer como indiferentes, no
obstante, son fáciles de herir y muy llorones. Son personas de mucha intuición
y psiquismo, por algo el símbolo de Neptuno, el planeta que los rige, es el
mismo que utilizan los psicólogos como su logotipo o emblema.
Los Piscis son muy enamoradizos, subliman el
amor a su máximo punto e idealizan al ser amado hasta convertirlo en un mito,
en un ser de cuentos de hadas, por eso, al conocer a la persona en su real
dimensión, suelen decepcionarse. Tienden a enamorarse platónicamente y el amor
es para ellos una gran fuente de inspiración poética.
Los piscianos son muy evasivos, les cuesta
ser frontales y prefieren escabullirse antes que enfrentar a alguien. Siempre
los envuelve un aura de misterio, son difíciles de precisar, tienden a divagar
y prefieren mentir a ser crueles.
Tienen que tener cuidado, porque como viven
en su propio mundo, y suelen crearse sus propias realidades, no acordes con la
realidad externa, y eso los hace aparecer como mitómanos o mentirosos, cuando
en realidad lo que viven y sienten es muy real para ellos, aunque sea
fantasioso para el resto de las personas. Por eso los piscianos tienen gran
capacidad para la creación, para el arte y la música, la literatura, el teatro
y el cine, porque crean su propio mundo y hacen de él una realidad.
Lo importante es que sepan reconocer que “su
mundo” no es el mundo real, pues de lo contrario, sería una situación
patológica; sin embargo, de alguna forma, los sueños piscianos pueden
convertirse en realidad, y ponemos el ejemplo de un famoso pisciano que hizo
realidad os suyos: Walt Disney.
Esta misma tendencia a ser evasivos a veces
los hace caer en la tentación de las drogas o el alcohol en exceso, pues la
realidad a veces los perturba y buscan un escape; por supuesto, que otra manera
de lograrlo es a través de la creatividad y especialmente a través de la
música, que los eleva y los abstrae del mundo.
Neptuno es en la mitología el rey de los
mares, y se asocia por lo tanto a ese mundo acuático donde nada se ve y todo
debe ser intuido. El hombre se siente irremisiblemente atraído por el mar, pese
a que sólo ve una inmensidad vacía ante sí; es lo que adivina bajo la
superficie lo que llama su atención y que, como todo lo que está oculto, se
presta a mayor especulación y romanticismo.
El mito de Neptuno o Poseidón, el dios de los
mares, ha sido sustituido hoy día por el simbolismo psicológico, que asocia al
mar con los sentimientos; bajo esa superficie vacía y tranquila, se esconden
tesoros, misterios y vida en toda la extensión de la palabra.
Ilustración: Pedro González Rondón
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