jueves, 18 de diciembre de 2008

Llega el Espíritu de la Navidad


Pedro González Silva

Este domingo 21 de diciembre, a las 07:35 de la mañana, el Sol hace su ingreso al signo de Capricornio, y se produce el llamado solsticio de invierno, cuando nuestro astro rey se encuentra en la parte más alta del zodíaco, iluminando con su brillo a la humanidad, es el momento en que se produce la noche más larga del año y una energía muy especial inunda al globo terráqueo, es el momento de la llegada del Espíritu de la Navidad.

Capricornio, el signo relacionado con el Espíritu de la Navidad, es de gran capacidad de trabajo, perseverante, tenaz, concentrado en sí mismo, es el estructurador del zodíaco, el que concreta, el que da forma a las cosas, es el signo de la responsabilidad, del esfuerzo sostenido.

Estas cualidades capricornianas estarán muy acentuadas con la llegada del Espíritu de la Navidad, pues además del Sol, también estarán en Capricornio los planetas Mercurio, que invitará a hablar solo lo necesario y a reflexionar más; Júpiter, que magnificará las cualidades de esta franja del zodíaco, y Plutón, que promoverá intensas transformaciones en las estructuras mundiales.

No obstante tener una fuerte relación con lo material, pues es un signo de tierra, Capricornio es también uno de los signos más espirituales, es capaz de llegar al ascetismo, al sacrificio, es capaz de sufrir duras pruebas por defender su verdad.

Capricornio se asocia a la madurez, a la sabiduría, es el signo de los grandes avatares o maestros, que han venido a traer un mensaje del universo a la Tierra, es el signo de Jesús, de Budha, de Krsna, entre otros. Es un signo cardinal, de iniciativas, es líder, no el dirigente popular al que las masas se acercan por su carisma, sino el jefe sobrio, respetable, que inspira confianza por su sabiduría, y que es capaz de disciplinar su entorno para alcanzar las metas trazadas.

EL MAESTRO SATURNO.- Saturno es el planeta regente de Capricornio, es el astro de la restricción, la disciplina, de la concentración. Es el que estructura, por eso rige los huesos, e impone límites, por eso se le relaciona con la piel. Los antiguos le consideraban maléfico por las dificultades que se asociaban a su tránsito; lo cierto es que Saturno puede darnos grandes logros, éxitos y reconocimientos como consecuencia de todo aquello que hayamos cultivado con esfuerzo, con perseverancia.

Saturno es el gran maestro que con su sabiduría y severidad nos encamina por el camino correcto, nos da dificultades para que aprendamos a no repetir esquemas errados, nos da fuerza de carácter para trazar nuestro rumbo con responsabilidad, nos impone su ley para aprender a vivir en sociedad y entender que nuestros derechos terminan en donde empiezan los de los demás, ese es el límite que impone Saturno, planeta que se asocia al “karma” es decir, a la acción y reacción.

Las “pruebas” de Saturno son la consecuencia de nuestro actos anteriores, y si nuestros actos pasados están guiados por la rectitud, las consecuencias que cosecharemos serán siempre beneficiosas. A Saturno lo llaman ""maléfico'' porque es implacable con los errores, porque es un maestro muy severo que nos quiere ver por el camino correcto. En la antigua mitología era el padre que se comía a sus hijos para escupirlos perfectos.

UN RITUAL.- Ese maestro, dentro de su severidad es amoroso, quiere guiarnos por el camino del bien, es la conciencia crística que se hace presente por estos días, y nos lleva a un viaje hacia el interior de nuestro espíritu para conmemorar la Navidad, el nacimiento de Cristo, que es un acontecimiento cósmico, es la primera manifestación de vida en la naturaleza, el principio de todas las manifestaciones.

Dice un venerable maestro que Cristo debe nacer en cada alma humana como principio de luz y de amor divino y en tanto el hombre no posea esa luz y ese amor, el Niño Jesús no puede nacer en él; puede celebrarlo, puede esperarlo, pero nada va a ocurrir. Lo que falta es que cada uno tenga el deseo de hacerlo nacer en su alma, ese es el verdadero significado del espíritu de la Navidad.

El ritual del espíritu de la Navidad no es un evento ajeno al nacimiento de Jesús, no se trata de algo distinto, es un evento cósmico que nos pone en el umbral de la llegada de Dios hecho hombre, y lo importante es compartir ese momento con familiares y amigos, y elevar oraciones, deseos y buenos propósitos al cielo. Eso es lo que de verdad importa, junto a nuestra actitud mental; lo demás son elementos adicionales.

Este año podemos hacer un ritual el domingo 21, en la noche. Invite a sus familiares y amistades y haga una cena navideña. Este ritual atraerá sus deseos para el año 2008.

Se necesitan diez mandarinas, un recipiente de vidrio, un incienso de mandarina, una vela naranja, varios pergaminos y lápices.

En una mesita coloque un plato, en el centro del plato una vela naranja, rodeada por diez mandarinas. En la misma mesa coloque un incienso de mandarina, y un pequeño recipiente de vidrio vacío. Al momento de hacer el ritual, reparta entre los invitados pequeños pergaminos y lápices.

Prenda el incienso, prenda la vela. Todos juntos, viendo la vela, recen el Padrenuestro, el Ave María y el Gloria. Luego, cada quien escribirá tres deseos personales, tres en favor de familia o amigos, y tres en relación al país o al mundo en general. Cada quien doblará su pergamino y lo echará en el recipiente.

Una vez hecho esto, rezarán todos: “Espíritu de la Navidad, pensamiento de luz y pureza, nueva vida cobras hoy; has que lo bueno se precipite en mi vida, te lo pido en nombre de Dios Todopoderoso, Amén”.

Por último, con sumo cuidado, quemarán todos los pergaminos en el recipiente (puede ayudarse agregando un poquito de alcohol). Dejar que se consuma la vela, mientras disfruta de la cena navideña.

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