El
Nodo Lunar Norte, punto energético que marca la misión de vida y aprendizaje,
tanto en lo individual como en lo colectivo, está finalizando en este mes de
febrero, su recorrido por Escorpio, donde estuvo por espacio de año y medio.
Buen momento para revisar si ese aprendizaje se ha cumplido, si hemos podido asimilar
algo de esas energías. En este ciclo la misión era de transformación y
evolución, un ciclo para aprender a soltar lo que caducó en nuestras vidas, y
renacer como el Ave Fénix. Como dice Hermann Hesse en su libro “Demian”: Para
nacer hay que destruir un mundo… La
misión escorpiana nos dispone a cambios intensos, donde debemos “destruir un
mundo” y prepararnos para nacer de nuevo. En ese proceso debemos desprendernos
de lo que cumplió su ciclo y nos hace peso; debemos permitir la “muerte” de una
situación, para dar paso a lo nuevo, para regenerarnos, para vivir nuevas
experiencias. Algo así ocurre en nuestro propio organismo: cada semana mueren
células y nacen otras y eso permite que nuestro cuerpo se regenere, y cuando ya
el cuerpo cumple su ciclo, la muerte nos permite nacer en otro plano más
elevado, porque en realidad “nada muere, todo se transforma”.
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