Nuestro planeta gira en el
centro de una cruz cósmica, esto en sentido figurado, es una cruz imaginaria
que en realidad tiene que ver con los cuatro ejes principales de los que se
conforma una carta astral: Medio Cielo o casa 10; Ascendente o casa 1; Fondo
del Cielo o casa 4, y Descendente o casa 7; esas son las llamadas casas
angulares y nuestra Tierra está en el centro de esa cruz.
Ahora bien, los polos de la
Tierra no están “derechitos”, sino inclinados, porque en su movimiento de
rotación y traslación, nuestro planeta gira como un trompo, se va bamboleando;
ahorita los polos están inclinados 23 grados en relación al Medio Cielo, y cada
cierto tiempo los polos coinciden con el Medio Cielo, y por lo tanto con las
líneas que forman esa cruz cósmica.
No importa que no entiendas
esto del todo, lo importante es lo que significa en nuestras vidas; los ejes
inclinados, alejados un tanto de las líneas de la cruz, representan la vida
material, la realidad mundana; una vez que logramos acercarnos a las líneas de
la cruz a través del movimiento de nuestra Tierra, vamos elevando nuestra
conciencia, y haciéndonos más espirituales.
En la medida en que nos
volvemos más espirituales, dejamos de prestar excesiva atención a la vida
mundana, y empezamos a viajar más dentro de nosotros mismos, a conocernos
internamente y a conocer a Dios, y al hacerlo nos distraemos un tanto de lo
cotidiano.
Cuando nos alcanza esa
vibración y nos acercamos a la cruz cósmica, vamos dejando de lado, en alguna
medida, las cosas materiales, y nos conectamos más con las energías
espirituales; lo cual no quiere decir que nos aislemos del mundo, sino que
logremos un mayor equilibrio entre espíritu y materia.
En la medida en que nos vamos
acercando espiritualmente a la cruz cósmica (la Tierra se acerca, y
progresivamente la humanidad recibe esa vibración, cada quien de acuerdo a su
grado de evolución), en esa medida nuestro pensamiento se hace más rápido,
vibra a mayor velocidad.
Esto en ocasiones, puede
provocar muchos malos entendidos con personas que todavía tienen su velocidad
vibratoria lejos de la cruz y más ligada al mundo material, y por eso el común
de la gente ve a los que tienen una vibración más elevada, como “raros” o
“locos”, o por lo menos “desfasados”.
No obstante, todos, cada quién
a su ritmo, dejaremos de prestar atención en alguna medida, a cosas que ya no
nos interesan, que cumplieron su ciclo en nuestras vidas, para elevar nuestra
atención a nuevas realidades que comenzamos a experimentar; es así como
evoluciona la raza humana.
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