El
20 de junio a las 11:33 de la noche, hora de Venezuela (21 de junio, 03:33 hora
universal), entra el Sol al signo de Cáncer, y comienza un ciclo en donde el
elemento agua prevalecerá en nuestra conducta.
El
agua se asocia a caracteres emocionales, sensibles, sentimentales,
susceptibles, psíquicos e intuitivos, y todas estas cualidades estarán
activadas con mucha intensidad.
Será
un tiempo de lágrimas a flor de piel, de nostalgia, de introspección, un tiempo
en el cual debemos medir no sólo lo que decimos, sino la forma cómo lo decimos,
para no herir susceptibilidades.
Los
signos de agua son los más “kármicos”, esto significa que dan más propensión a
la búsqueda interna, a vivir procesos de intensa transformación y evolución que
lleve a los nacidos bajo estos signos, a superar cosas del pasado que puedan
significar una “tranca” en su desarrollo personal.
El
agua en el lenguaje esotérico representa el subconsciente, esa parte interna de
nuestra consciencia responsable de hacer realidad todo aquello que pensamos,
bueno o malo; lo que nuestra mente consciente envía al subconsciente, éste
último lo materializa.
El
subconsciente tiene un gran poder creativo, pero obedece a las instrucciones
del mundo consciente; en este tiempo donde la energía del agua está tan
marcada, el subconsciente adquiere gran potencia.
En un momento como éste, debemos estar alerta
para no dejarnos arrastrar por las emociones y controlar nuestros pensamientos,
para que estos sean productivos y positivos, y podamos utilizar esta gran
fuerza que está en el ambiente a nuestro favor.
La entrada del Sol a Cáncer se asocia al solsticio
de verano en la latitud norte, aunque también influye psicológicamente en el sur
independientemente de que climáticamente sea invierno, porque las cualidades
cancerianas se activan igual para todos.
Esta etapa se relaciona con San Juan
Bautista, y resulta interesante el simbolismo de este momento, pues el bautismo
se realiza vertiendo agua sobre la cabeza de aquel que es bautizado.
El bautismo representa el perdón del pecado
original. Veamos entonces la significación más profunda de este sacramento.
Para los sabios de la antigüedad, el agua es el símbolo de la materia
fundamental de la cual está hecho el universo, la sustancia primigenia de la
que estamos hechos todos.
Esta sustancia universal se concentra en
nuestro subconsciente (ámbito que gobierna la Luna, el astro que rige a
Cáncer); allí reposa el origen de todo lo que va a ser creado. Cuando pensamos
algo, esa energía va a ese mundo subterráneo. Entonces, a un nivel más elevado,
el bautismo representa una limpieza que puede acabar con pensamientos erróneos
que frenan nuestros deseos y nuestra evolución.
La
Luna, regente de Cáncer, moviliza el agua, lo podemos ver en las mareas, como
suben en Luna Llena y se retiran en Luna Nueva; de igual forma, la Luna mueve
nuestra marea interna, pues estamos constituidos en un 75% de agua.
En
Luna Llena tenemos nuestra marea interna al máximo, mal utilizada provoca
agresividad, arrebatos emocionales y hasta actos de locura, pero cuando se sabe
canalizar su energía a través del autocontrol y la meditación, podemos lograr un
estado de iluminación.
Cáncer está representado por el cangrejo, animal que
dentro de su fuerte caparazón esconde una suave y delicada piel. Así como el
cangrejo camina de lado y hacia atrás, de igual forma los Cáncer suelen no ser
frontales, van con mucha cautela en pos de su objetivo, rodeándolo y
observándolo hasta que llegue el momento preciso de actuar.
Cáncer es un signo que da mucha tenacidad, y hace que
los que están bajo su influjo, no descansen hasta tanto no hayan logrado la
meta que se trazaron; tardan quizás en alcanzarla por esta razón de que avanzan
sinuosamente, lo que les puede ocasionar que estén durante largo tiempo en
busca de un determinado objetivo.
Ilustración: Pedro González Rondón
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