sábado, 12 de septiembre de 2020

Sanar en Luna Nueva

El jueves 17 de septiembre, a las 7:01 de la mañana, hora de Venezuela (11:01 hora universal), se produce la Luna Nueva en Virgo.

La Luna Nueva ocurre cuando nuestro satélite entra en conjunción con el Sol; en esa fase la Luna no se ve y su influjo en la psique humana disminuye; así como bajan las mareas, también en nuestro organismo (constituido en un 75% de agua) baja nuestra “marea”.

El resultado de esto es que nuestro mundo subconsciente se aquieta, y por tanto, la conciencia, que es nuestra energía solar, adquiere más claridad.

En Virgo, la fase de Luna Nueva, que de por sí nos da una mente más despejada de turbulencias emocionales, favorece una mayor capacidad de análisis y observación, ayuda a discernir mejor, a distinguir lo bueno de lo malo, lo verdadero de lo falso, nos permite ver mejor los detalles, y tomar decisiones en forma práctica, racional y lógica.

Las energías de Virgo se asocian a procesos de sanación, tanto física, mental como espiritual, por lo que esta Luna Nueva puede favorecer toda intención que tengamos a favor de una vida más saludable, ya sea recuperarnos de una dolencia, o mantener y elevar nuestra fuerza vital.

Los astros son parte del lenguaje de Dios, es un alfabeto celeste. No es que la Luna Nueva tenga poder sanador por sí misma, como no lo tiene ningún otro astro; todo el poder proviene de Dios, y él nos habla de diversas maneras, y una de ellas es a través de las configuraciones planetarias.

Si hay algo que necesitemos sanar, oremos, pongamos nuestra mente en el Creador, y confiemos en su voluntad. La Luna Nueva en Virgo sólo nos habla de un momento propicio, de una sincronía entre lo que necesitamos y lo que puede ocurrir.

Esta sincronía puede manifestarse como un deseo por tener un estilo de vida más saludable, por atender alguna dolencia a la que no le hemos hecho caso, a deshacernos de resentimientos que nos enferman o a darle un sentido a nuestra vida que nos dé mayores satisfacciones espirituales, conectándonos con aquello en donde podamos servir a los demás, y sentir que tenemos un propósito, una razón de ser.

Es importante la relación que existe entre el Sol y la Luna; esta relación es la que provoca las fases lunares: Luna Nueva, Cuarto Creciente, Luna Llena y Cuarto Menguante.

La Luna Nueva, conjunción de nuestro satélite con el Sol, marca un nuevo ciclo lunar mensual, cuyas energías podemos aprovechar en nuestra vida cotidiana. Los días previos a la Luna Nueva, son excelentes para visualizar nuestras más inmediatas aspiraciones, a fin de darles la fuerza necesaria para que se materialicen en el transcurso del nuevo ciclo, si esto está alineado a la voluntad de Dios.

La Luna Nueva ocurre cuando nuestro satélite y el Sol coinciden en el mismo signo y en el mismo grado de ubicación en esa franja zodiacal; es el momento en que la Luna no se ve, está oscura.

En la Luna Nueva, el Sol predomina sobre la Luna, y así la conciencia domina al subconsciente, por tanto tenemos mayor claridad mental, es un momento en que las emociones están controladas por la mente y nos perturban menos, y podemos tomar decisiones más racionales y menos impulsivas, esto favorece que podamos ver las cosas como son realmente y no detrás del velo de nuestro mundo emocional.

Al tener mayor claridad mental, tenemos más fuerza psíquica para visualizar nuestras metas y deseos con una imagen clara y definida, lo que ayuda a que tales metas y deseos puedan concretarse.

Para que estos deseos puedan manifestarse, en primer lugar deben estar alineados a la voluntad divina, y en segundo lugar, es necesario tomar acciones que favorezcan la realización de tales deseos; por ejemplo, no podemos pedir salud, si nuestro estilo de vida no es saludable. Tenemos que actuar de manera coherente con aquello que deseamos.

Al entregar nuestro deseo a la voluntad de Dios, sabemos que no podemos pedir algo que dañe a terceras personas o que nos perjudique a nosotros mismos. Tampoco estaríamos alineados a la voluntad divina si pedimos algo que vaya en contra del libre albedrío de las demás personas.

En cuanto a tomar acciones que vayan en dirección del logro de nuestros deseos, el Cuarto Creciente es el momento en que las energías estelares aumentan y todo aquello que con esfuerzo estamos realizando comienza a crecer, a surgir; es el momento de mayor empuje, de más acción.

El día de Cuarto Creciente es bueno hacer alguna acción física que signifique un primer paso hacia el logro de aquello que nos hemos propuesto lograr.

La Luna Llena es el tiempo de mayor plenitud e iluminación; el Sol se enfrenta a la Luna. Podemos lograr un equilibrio entre nuestro mundo consciente e inconsciente y trabajar la expansión de la conciencia. Ese día debemos meditar, relajar la mente, soltarla, elevarla, y esperar que nos vengan ideas que nos enrumben hasta el logro de nuestro deseo, ideas que pueden ser un mensaje directo de Dios para cada uno de nosotros.

Meditar no es lo mismo que visualizar; aquí no se trata de ver la imagen de lo que deseamos, aquí se trata de entregar nuestra mente a Dios, dejar que fluya el vacío para que llegue la iluminación. Con la meditación alcanzamos una luz en el camino; de manera natural nos llegan las respuestas y tenemos mayor claridad en nuestros objetivos.

El Cuarto Menguante nos da la perspectiva de lo que vamos a cosechar; es el impulso final, el proceso de culminación de una etapa. Podemos ir preparándonos para obtener los primeros resultados de aquello que deseamos, o tal vez el logro total de nuestro deseo esencial, o incluso hasta algo mejor de lo que pedimos. Es importante la fe que tengamos en el poder infinito de Dios y que lo que pidamos, sea conforme a su voluntad.

Luego, volverá la fase de Luna Nueva, un ciclo que se cierra y otro que inicia; podría ser oportunidad para que se manifieste aquello que hemos pedido, o por lo menos, ver los primeros resultados.

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