miércoles, 10 de octubre de 2007

Realismo mágico pisciano


Lo que llamamos “subjetividad” no es más que la realidad grabada en nuestro subconsciente, y que es reinventada, enriquecida con los matices de la memoria, de las emociones y de nuestro modo personal de ser.

El arquetipo zodiacal que mejor refleja las características del subconsciente, es Piscis. Su energía se asocia a lo más recóndito de nuestro proceso mental, a todo aquello que hemos grabado en nuestro cerebro y hemos recreado para hacer de ello nuestro mundo personal.

Piscis se relaciona con la imaginación y la creatividad; con el proceso artístico cuando apenas éste es un embrión en la mente. Esta energía astral se asocia a la música, al cine, a la literatura, a todo aquello que es profundamente subjetivo. Si algún signo sugiere de manera perfecta el concepto de “realismo mágico” es precisamente Piscis, franja cósmica bajo la cual nació Gabriel García Márquez, el 6 de marzo de 1927.

“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla” nos dice el Gabo en su trabajo autobiográfico “Vivir para Contarla”, dando una de las mejores descripciones de lo que es la tipología pisciana, que se mueve de manera sutil y magistral entre la realidad y la ficción.

Recuerdo una anécdota familiar que contaba mi madre: una vez siendo niña, era de noche, se levantó de su cama para ir al baño y se quedó petrificada de miedo al ver un gorila gigante que se asomaba a la puerta del cuarto, pegó un grito y todos se levantaron. Cuando prendieron la luz ella pudo ver que el gorila era la cesta de ropa sucia desbordada.

Esas pequeñas anécdotas van conformando la mitología de cada familia; se va creando una historia, se va enriqueciendo y recreando con el tiempo, con el modo de percibir las cosas, con la nostalgia. Los signos de agua, como Piscis, construyen su realidad sobre la base de sus emociones y de su imaginación, pero qué bueno que García Márquez nació con el ascendente en Tauro, signo de tierra, capaz de concretar, de hacer tangible las cosas, pues así su fértil imaginación no se quedó encerrada en su mente, sino que pudo encarnar en una obra literaria.

MISIÓN CUMPLIDA

Suena obvio decir que la misión de vida de García Márquez es escribir, así lo indica su carta astral con la posición de sus nodos lunares, y es que evidentemente cumplió con creces ese objetivo del destino, pero aún más: escribir es para él dar cauce libre a la profunda emoción que le proporcionan sus raíces, sus ancestros, y una manera de dejar salir a flote sentimientos que de otra forma hubiesen quedado reprimidos.

Lo bueno de la astrología, más que adivinar cómo es alguien, es que permite corroborar el porqué alguien es como es, o cómo dibuja el cielo una determinada característica personal. Sabemos de la genialidad del Gabo, y al ver su carta, nos encontramos a Mercurio, el astro de la palabra, de las comunicaciones, en Piscis, el signo de la imaginación, de la creatividad, en movimiento retrógrado, acentuando sus procesos de reinvención de la realidad, y junto a Urano, el astro vanguardista de la genialidad, el que rompe paradigmas y se adelanta a su tiempo.

García Márquez tiene dotes de vidente, es capaz de canalizar, entrar en trance. Esas cualidades se reflejan en su mapa astral y algunas pistas sobre esto se encuentran, tanto en sus propias palabras, como en opiniones de sus amigos.

Sólo así, como él mismo ha contado, logra que sus personajes cobren vida, es como si perdiera la voluntad y algún ente, tal vez sus mismos personajes o la fuerza del destino, tomaran el mando en un momento dado, para producir los hechos que se plasman en su obra. Lloró por la muerte del coronel Aureliano Buendía y poco antes sabía que era inevitable; tuvo que intentar varias veces el ascenso de Remedios la Bella al cielo hasta encontrar la forma de que ella lo lograra. Son famosas sus premoniciones y él las considera “pistas recogidas por el subconsciente”.

Su amigo, el escritor colombiano Álvaro Mutis, en la edición conmemorativa de Cien Años de Soledad que acaba de publicar la Asociación de Academias de la Lengua Española, al hablar de esta novela, también dibuja lo que es la característica primordial de los signos de agua y especialmente de Piscis: dice que Cien años de Soledad “toca vetas muy profundas de nuestro inconsciente colectivo americano. Hay en ella una sustancia mítica, una carga adivinatoria tan honda, que pierdo siempre la necesaria serenidad para juzgarla”.

El escritor mexicano Carlos Fuentes, en esta misma edición, expresa: “Qué maravillosa recreación del universo inventado y reinventado… Cien años de Soledad es una generación y una regeneración infinita de las figuras que nos propone el autor, mago iniciático de un exorcismo sin fin”.

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